n un giro repentino que ha generado conmoción política, José Luis Espert anunció este domingo su decisión de renunciar a su candidatura a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, apenas semanas antes de las elecciones generales del 26 de octubre.
El detonante fue una denuncia que lo vincula con el empresario Federico “Fred” Machado, detenido en Estados Unidos y acusado de narcotráfico, lavado de dinero y fraude. Según documentos difundidos por la prensa, Espert habría recibido USD 200.000 en 2020 como parte de una operación asociada al circuito financiero de Machado.
Aunque Espert reconoció su vínculo con Machado, sostuvo que desconocía sus actividades ilícitas y que actuó de buena fe. En su comunicado, afirmó: “Esta es una operación claramente orquestada por un sistema que destruyó a la Argentina por décadas… no tengo nada que ocultar. Demostraré mi inocencia ante la Justicia, sin fueros ni privilegios.”
El exdiputado comunicó la noticia vía red social (X), bajo el título “Por la Argentina, doy un paso al costado”, informando que presentó su renuncia y que el presidente Javier Milei la aceptó. En paralelo, desde el Gobierno se intentó relativizar el escándalo: el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, calificó el caso como un “error de comunicación” y dijo que la decisión fue “personal”, motivada para no perjudicar al Presidente ni la campaña.
El propio Milei defendió a Espert y atribuyó la denuncia a una operación política: “Aunque nos quieran ensuciar, no somos lo mismo”, afirmó.
La renuncia de Espert representa un fuerte golpe al oficialismo libertario (La Libertad Avanza, LLA), dado que Buenos Aires es el distrito más poblado y estratégico del país. Los resultados de una encuesta reciente mostraban que su imagen negativa alcanzaba niveles críticos: un 70 % de rechazo y más del 60 % de los consultados sostenía que debía renunciar.
A su vez, el anuncio reavivó la pugna por la lista de candidatos de LLA: Javier Milei ya propuso a Diego Santilli para reemplazarlo como cabeza de lista bonaerense, aunque ese cambio debe ser avalado por la Justicia Electoral. El gobierno también busca reimprimir boletas para reflejar la modificación, un proceso que podría generar costos millonarios y tensiones legales.
La salida de Espert no solo remueve el tablero electoral, sino que expone tensiones internas profundas dentro del oficialismo y pone en jaque la contención mediática que se había desplegado en torno al caso. La crisis llegó tras una semana de filtraciones, contradicciones públicas y versiones cruzadas, que erosionaron la credibilidad del candidato.
En definitiva, la renuncia de José Luis Espert representa un efecto dominó con múltiples efectos inmediatos: el desgaste electoral para el oficialismo, la reorganización de candidaturas, y la exposición de un escenario judicial y mediático que promete prolongarse.